Ivan Pinheiro
Secretario General del Partido Comunista Brasileño (PCB)
Estuve recientemente en Guayaquil, representando al PCB en el XV Congreso del PCE (Partido Comunista del Ecuador), fundado en 1926. En el Congreso se debatieron principalmente el programa y los estatutos del Partido, sin dejar de lado las cuestiones tácticas y estratégicas, que inciden sobre los temas principales.
El momento más emocionante de la apertura fue un homenaje al joven Edwin Pérez, ex Secretario General de la JCE (Juventud Comunista del Ecuador), recientemente asesinado por un activista de derecha en medio de una elección del movimiento estudiantil.
El PCE tiene un peso razonable en el movimiento de masas. Dirige una de las cuatro centrales sindicales (CTE – Confederación de Trabajadores de Ecuador); tiene una presencia importante en la FEI (Federación Ecuatoriana de Indígenas) y en el Frente Unido de Mujeres y mantiene la JCE (Juventud Comunista del Ecuador); el PCE no tiene registro electoral, debido a las dificultades impuestas por la legislación.
Yo estaba impresionado con las posibilidades y perspectivas del PCE, en fase de reconstrucción, como el PCB y otras organizaciones revolucionarias.
Me llamó especialmente la atención una importante presencia proletaria entre los delegados, así como de militantes sindicales y sociales, jóvenes, indígenas y mujeres. Como en casi todos los partidos comunistas de América Latina, los dos mayores contingentes, por grupo de edad, son los militantes jóvenes, con menos de 30 años, y aquellos mayores de 60 años. Esto tiene que ver con las sangrientas dictaduras de los años sesenta a ochenta en la región, las clandestinidades de los partidos comunistas, las divisiones entre los comunistas y las vicisitudes por las que pasó la construcción del socialismo en la Unión Soviética y la Europa del Este.
Los debates se dieron en un ambiente unitario y fraterno, con las diferencias siendo expuestos con la firmeza y el respeto propios de los comunistas, sin grupos ni tendencias.
El papel de la juventud en la reconstrucción del PCE me parece decisivo, incluso en la calibración de la táctica y de la estrategia. Los comunistas más jóvenes no convivieron con algunos problemas y deformaciones que fueron comunes en la mayoría de los partidos comunistas del llamado (Movimiento Comunista Internacional), bajo el liderazgo del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética).
A pesar del saldo histórico sumamente creador de estos partidos en la lucha por los derechos del proletariado, contra el colonialismo, el nazi-fascismo y el imperialismo, por el socialismo, convivían con el culto a la personalidad, el burocratismo, los manuales, el acento exagerado en las alianzas con las llamadas burguesías nacionales y la necesidad de colocar la lucha por la paz mundial en el orden del día, en el nombre de la preservación de la Unión Soviética.
Sería temerario intentar hacer aquí un análisis más consistente de la actualidad ecuatoriana. En general, el PCB conoce muy poco del Ecuador, principalmente por el hecho de que nuestra presencia en este XV Congreso marcó la reanudación de las relaciones bilaterales entre nuestros partidos que siempre fueron, como son las relaciones entre los dos países de forma general, tal vez por la falta de fronteras y de relaciones sociales y culturales más fuertes.
Pero me fui con la impresión de que el PCE adopta una postura correcta frente a la realidad de su país, que es bastante distinta a la de Brasil, sobre todo en lo que respecta al desarrollo de las fuerzas productivas y, por lo tanto, del capitalismo, y del carácter del gobierno federal.
La economía ecuatoriana –sustentada básicamentev en la exportación de petróleo, frutas, flores, pescado y cereales- tiene una gran dependencia del imperialismo, sobre todo del norteamericano, generando no sólo importantes contradicciones no solo con el proletariado, sino también con sectores de la pequeña y mediana burguesía. En Brasil, estas contradicciones no tienen el mismo peso, en la fase de un capitalismo altamente desarrollado e integrado en el sistema imperialista, como parte de él, aunque de forma subalterna, combinando disputa y subordinación.
Las condiciones ecuatorianas guardan semejanza, por ejemplo, con las de Bolivia y Venezuela, países en los que hay espacio para revoluciones nacionales democráticas de contenido antiimperialista, antimonopolista y antilatifundista.
Así como nos parece correcto que los comunistas participen, con independencia política y críticamente, en los procesos de cambios en Bolivia y en Venezuela, parece correcto hacerlo en el Ecuador, a pesar de que el proceso en ese país todavía no presente el mismo grado de radicalidad. Por otro lado, estos tres países los comunistas participan y luchan por la radicalización del proceso de cambios, pero no ocupan posiciones en los gobiernos y no los defienden acríticamente, levantando bien alto la bandera del socialismo.
El largo discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de Ecuador en el Congreso del PCE fue muy importante para comprender el significado de la expresión “revolución ciudadana”, usada por el gobierno de Rafael Correa. Se trata de un reformismo asumido. Se basa en lo que llaman el “socialismo del buen vivir”, que básicamente propone la armonía entre el hombre y la naturaleza (la Pacha Mama), fundamentado en principios éticos y humanísticos, conceptos como el “comercio justo”, la defensa de las cooperativas, las pequeñas y medianas empresas, la agricultura familiar, etc. Presentan este proceso como un socialismo nuevo, el socialismo del siglo XXI. En Bolivia, el discurso es similar, si bien Evo Morales verbaliza la lucha por el fin del capitalismo y no subestima la base de apoyo político que le asegura el movimiento de masas.
Pero lo que llama la atención en Ecuador es la violencia de la derecha política contra el gobierno. Como en Venezuela, los medios de comunicación burgueses son el mayor partido de oposición, con la ayuda de las asociaciones empresariales, los partidos conservadores y ONG`s financiadas por la USAID, bajo la dirección de la embajada norteamericana.
A fin de cuentas, Rafael Correa, a pesar de las limitaciones, ha promovido algunos cambios. Comenzó con una auditoría de la deuda externa, que reconoce apenas un 30% del total hasta entonces cobrado por los acreedores. A través de una Constituyente libre y soberana, independiente del parlamento, propició una nueva Constitución (promulgada en julio de 2008) avanzada en términos de derechos sociales. Determinó la retirada de la gran base militare de EEUU que estaba ubicada en Manta. No cedió al estado terrorista colombiano cuando éste invadió el espacio aéreo de Ecuador para asesinar cobardemente al comandante Raúl Reyes (de las FARC) y otros militantes, en una acción en combinación con la CIA y el Mossad.
Correa también viene nacionalizando gradualmente la industria petrolera, con la creación de un nuevo marco regulador, en el que Ecuador retoma su soberanía sobre parte de sus riquezas y el usufructo de sus beneficios. Esto llevó a las empresas extranjeras a retirarse del país, incluida Petrobras, que pasa por la falsa idea de ser un empresa estatal brasileña, pero que tiene la mayoría de sus acciones en manos privadas, vendidas en la Bolsa de Nueva York, y que se comporta como cualquier multinacional.
En este nuevo marco, la actual estatal PETROECUADOR se va a dedicar únicamente a la gestión de la política gubernamental para el sector. Están creándose dos empresa estatales más, la PETROAMAZONAS -que va a explotar los campos de petróleo, incluyendo el área resultante de la expulsión de la empresa norteamericana OXY- y PETROPACÍFICO, que se hará responsable del refino y la comercialización de los derivados del petróleo.
En el mismo sentido, Ecuador cambió la forma subalterna y corrupta que los políticos burgueses tradicionales se relacionaban con las empresas extranjeras, lo que llevó incluso a la expulsión del país de Odebrecht, la más famosa contratista brasileña en América Latina, apoyada por el gobierno Lula a través de un banco de desarrollo estatal.
Pero la más grave transgresión a los dictados e intereses del imperialismo fue ser uno de los países fundadores de ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), conjuntamente con Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Para hacerse una idea, la adhesión al ALBA -que viene promocionando una integración soberana y antiimperialista entre los países de la región- fue el principal motivo del golpe de Estado en Honduras.
Ahora mismo el gobierno viene siendo violentamente atacado por hber convocado un plebiscito para el próximo mes de abril, una consulta popular con diez preguntas, entre ellas sobre medidas contra la corrupción, la evasión fiscal, los monopolios de medios de comunicación y de capital financiero y la lentitud y complicidad de la justicia con los intereses del capital.
Una gran polémica que se ha instalado en la sociedad ecuatoriana es si hubo o no un intento de golpe y de asesinato de Rafael Correa el 30 de septiembre del año pasado. Todo lleva a creer que, igual que si hubiera un plan preestablecido, la derecha se aprovechó de una rebelión de policías para intentar provocar un golpe de Estado y un asesinato. Por otro lado, la impresión es que la movilización de los sectores populares que apoyan el Presidente fue decisiva para frustrar el intento golpista.
Por lo que todo indica, Rafael Correa, carismático y mediático, ha sabido extraer del episodio un gran gancho político, que le aseguró el mayor índice de aceptación popular desde que asumió el cargo y, sobre todo, mejor condiciones de gobernabilidad.
De los diversos informes y opiniones a los que tuve acceso, es cierto que no fueron todos los sectores populares los que dieron su solidaridad al Presidente en aquel momento. Las razones residen en las limitaciones de un revolución nacional y democrática hegemonizada por sectores de la pequeña y mediana burguesía y no por el proletariado. Los cambios no llegan a las relaciones entre capital y trabajo lo que, comprensiblemente, decepciona segmentos populares con respecto a la “revolución ciudadana”, en la que los ciudadanos son los titulares de derechos formalizado en la Constitución, pero no sienten ningún cambio en sus condiciones de vida.
Además, el Estado no sufre cambios significativos, funcionando como aparato represor de las clases dominantes y fundamentalmente al servicio de ellas.
La mayor virtud de un proceso como este es que hace evidente la lucha de clases, contraponiendo los intereses del capital a los del proletariado, de los trabajadores y de los sectores de las capas medias. Esto no ocurre en procesos atenuados, de conciliación de clase, como en Brasil, en que los gobiernos y los partidos que se dicen de izquierda que les apoyan no movilizan a las masas y no se enfrentan ideológicamente al capitalismo, porque tienen como principal objetivo de hacer de Brasil una potencia capitalista mundial.
La mayor debilidad del proceso ecuatoriano es la falta de un instrumento político y de una organización de masas que impulse los cambios en el sentido de una revolución verdaderamente socialista, que vaya en la dirección del poder popular y de la ruptura gradual con el estado burgués.
Aquí reside el “talón de Aquiles” del proceso. El Presidente se comporta como un caudillo de izquierda, en un relación directa con las masas, subestimando la importancia de la organización y la movilización popular y la construcción de
un frente revolucionario.
La toma del poder político por parte de la mayoría del pueblo nunca fue ni será una concesión generosa de las clases dominantes. El sistema de explotación que fusiona los intereses de las llamadas burguesías nacionales con los del imperialismo no “cae de podrido” ni por el paso del tiempo. Los explotadores no entregan voluntariamente el poder a los explotados, ni aun cuando sectores representativos de estos últimos ganan una elección, en el marco de la democracia burguesa. A veces, se ven obligados, a disgusto, a entregar el gobierno a los sectores populares, pero estos sólo alcanzan el poder popular con luchas muy duras, acumulando fuerzas y golpeando el Estado burgués, usando métodos y formas de lucha de lo más diversas (institucionales e insurgentes), adaptadas a las circunstancias, teniendo especialmente en cuenta la correlación de fuerzas entre las clases en lucha.
Sea cual sea la vía de conquista del gobierno, el camino al socialismo solo puede construirse con la movilización y la acción de las masas y bajo la dirección de una vanguardia revolucionaria, no a través de un partido único, sino de un frente.
El PCE está atento a las limitaciones y los desafíos del proceso. En la última nota política del Comité Central anterior al Congreso, el Partido propuso, para la actual etapa del proceso ecuatoriano “RADICALIZAR, PROFUNDIZAR Y PINTAR DE PUEBLO EL PROCESO”, levantando varias banderas, tales como agilizar la reforma agraria, consolidar una política externa soberana, desmantelar las instituciones burguesas del aparato estatal y fortalecer la unidad de todas las fuerzas sociales y políticas revolucionarias.
En las Tesis del XV Congreso del PCE, en este particular aprobadas por el Plenario, se dice en el punto LA ESTRATEGIA DE LA REVOLUCIÓN ECUATORIANA que “la lucha del pueblo ecuatoriano es contra el imperialismo, las oligarquías y los latifundistas“.
En la cita de una parte de las tesis del Congreso, con la cual cierro esta sencilla contribución, queda claro que el PCE no se hace ilusiones con una revolución nacional libertadora en alianza con la burguesía que se dice nacional. Sitúan claramente que la contradicción fundamental de la sociedad ecuatoriana “se expresa en dos formas: la contradicción entre nuestra nación, nuestro pueblo y el imperialismo, en particular el norteamericano, y la creciente contradicción entre el capital y el trabajo, entre las fuerzas productivas que luchan por desarrollarse y las relaciones sociales de producción basadas en la explotación de los trabajadores de la ciudad y del campo“.
“La lucha entre los beneficiarios del actual orden de cosas y las masas empobrecidas del pueblo ecuatoriano nos llevan a definir como tarea histórica del momento actual un proceso de liberación social y nacional que nos lleve a través de cambios ininterrumpidos al establecimiento del régimen socialista en Ecuador, como parte integrante de la etapa histórica de transición del capitalismo al socialismo.”
Marzo de 2011
PARTIDO COMUNISTA BRASILEIRO - PCB
Fundado 25 de Março de 1922
Secretario General del Partido Comunista Brasileño (PCB)
Estuve recientemente en Guayaquil, representando al PCB en el XV Congreso del PCE (Partido Comunista del Ecuador), fundado en 1926. En el Congreso se debatieron principalmente el programa y los estatutos del Partido, sin dejar de lado las cuestiones tácticas y estratégicas, que inciden sobre los temas principales.
El momento más emocionante de la apertura fue un homenaje al joven Edwin Pérez, ex Secretario General de la JCE (Juventud Comunista del Ecuador), recientemente asesinado por un activista de derecha en medio de una elección del movimiento estudiantil.
El PCE tiene un peso razonable en el movimiento de masas. Dirige una de las cuatro centrales sindicales (CTE – Confederación de Trabajadores de Ecuador); tiene una presencia importante en la FEI (Federación Ecuatoriana de Indígenas) y en el Frente Unido de Mujeres y mantiene la JCE (Juventud Comunista del Ecuador); el PCE no tiene registro electoral, debido a las dificultades impuestas por la legislación.
Yo estaba impresionado con las posibilidades y perspectivas del PCE, en fase de reconstrucción, como el PCB y otras organizaciones revolucionarias.
Me llamó especialmente la atención una importante presencia proletaria entre los delegados, así como de militantes sindicales y sociales, jóvenes, indígenas y mujeres. Como en casi todos los partidos comunistas de América Latina, los dos mayores contingentes, por grupo de edad, son los militantes jóvenes, con menos de 30 años, y aquellos mayores de 60 años. Esto tiene que ver con las sangrientas dictaduras de los años sesenta a ochenta en la región, las clandestinidades de los partidos comunistas, las divisiones entre los comunistas y las vicisitudes por las que pasó la construcción del socialismo en la Unión Soviética y la Europa del Este.
Los debates se dieron en un ambiente unitario y fraterno, con las diferencias siendo expuestos con la firmeza y el respeto propios de los comunistas, sin grupos ni tendencias.
El papel de la juventud en la reconstrucción del PCE me parece decisivo, incluso en la calibración de la táctica y de la estrategia. Los comunistas más jóvenes no convivieron con algunos problemas y deformaciones que fueron comunes en la mayoría de los partidos comunistas del llamado (Movimiento Comunista Internacional), bajo el liderazgo del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética).
A pesar del saldo histórico sumamente creador de estos partidos en la lucha por los derechos del proletariado, contra el colonialismo, el nazi-fascismo y el imperialismo, por el socialismo, convivían con el culto a la personalidad, el burocratismo, los manuales, el acento exagerado en las alianzas con las llamadas burguesías nacionales y la necesidad de colocar la lucha por la paz mundial en el orden del día, en el nombre de la preservación de la Unión Soviética.
Sería temerario intentar hacer aquí un análisis más consistente de la actualidad ecuatoriana. En general, el PCB conoce muy poco del Ecuador, principalmente por el hecho de que nuestra presencia en este XV Congreso marcó la reanudación de las relaciones bilaterales entre nuestros partidos que siempre fueron, como son las relaciones entre los dos países de forma general, tal vez por la falta de fronteras y de relaciones sociales y culturales más fuertes.
Pero me fui con la impresión de que el PCE adopta una postura correcta frente a la realidad de su país, que es bastante distinta a la de Brasil, sobre todo en lo que respecta al desarrollo de las fuerzas productivas y, por lo tanto, del capitalismo, y del carácter del gobierno federal.
La economía ecuatoriana –sustentada básicamentev en la exportación de petróleo, frutas, flores, pescado y cereales- tiene una gran dependencia del imperialismo, sobre todo del norteamericano, generando no sólo importantes contradicciones no solo con el proletariado, sino también con sectores de la pequeña y mediana burguesía. En Brasil, estas contradicciones no tienen el mismo peso, en la fase de un capitalismo altamente desarrollado e integrado en el sistema imperialista, como parte de él, aunque de forma subalterna, combinando disputa y subordinación.
Las condiciones ecuatorianas guardan semejanza, por ejemplo, con las de Bolivia y Venezuela, países en los que hay espacio para revoluciones nacionales democráticas de contenido antiimperialista, antimonopolista y antilatifundista.
Así como nos parece correcto que los comunistas participen, con independencia política y críticamente, en los procesos de cambios en Bolivia y en Venezuela, parece correcto hacerlo en el Ecuador, a pesar de que el proceso en ese país todavía no presente el mismo grado de radicalidad. Por otro lado, estos tres países los comunistas participan y luchan por la radicalización del proceso de cambios, pero no ocupan posiciones en los gobiernos y no los defienden acríticamente, levantando bien alto la bandera del socialismo.
El largo discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de Ecuador en el Congreso del PCE fue muy importante para comprender el significado de la expresión “revolución ciudadana”, usada por el gobierno de Rafael Correa. Se trata de un reformismo asumido. Se basa en lo que llaman el “socialismo del buen vivir”, que básicamente propone la armonía entre el hombre y la naturaleza (la Pacha Mama), fundamentado en principios éticos y humanísticos, conceptos como el “comercio justo”, la defensa de las cooperativas, las pequeñas y medianas empresas, la agricultura familiar, etc. Presentan este proceso como un socialismo nuevo, el socialismo del siglo XXI. En Bolivia, el discurso es similar, si bien Evo Morales verbaliza la lucha por el fin del capitalismo y no subestima la base de apoyo político que le asegura el movimiento de masas.
Pero lo que llama la atención en Ecuador es la violencia de la derecha política contra el gobierno. Como en Venezuela, los medios de comunicación burgueses son el mayor partido de oposición, con la ayuda de las asociaciones empresariales, los partidos conservadores y ONG`s financiadas por la USAID, bajo la dirección de la embajada norteamericana.
A fin de cuentas, Rafael Correa, a pesar de las limitaciones, ha promovido algunos cambios. Comenzó con una auditoría de la deuda externa, que reconoce apenas un 30% del total hasta entonces cobrado por los acreedores. A través de una Constituyente libre y soberana, independiente del parlamento, propició una nueva Constitución (promulgada en julio de 2008) avanzada en términos de derechos sociales. Determinó la retirada de la gran base militare de EEUU que estaba ubicada en Manta. No cedió al estado terrorista colombiano cuando éste invadió el espacio aéreo de Ecuador para asesinar cobardemente al comandante Raúl Reyes (de las FARC) y otros militantes, en una acción en combinación con la CIA y el Mossad.
Correa también viene nacionalizando gradualmente la industria petrolera, con la creación de un nuevo marco regulador, en el que Ecuador retoma su soberanía sobre parte de sus riquezas y el usufructo de sus beneficios. Esto llevó a las empresas extranjeras a retirarse del país, incluida Petrobras, que pasa por la falsa idea de ser un empresa estatal brasileña, pero que tiene la mayoría de sus acciones en manos privadas, vendidas en la Bolsa de Nueva York, y que se comporta como cualquier multinacional.
En este nuevo marco, la actual estatal PETROECUADOR se va a dedicar únicamente a la gestión de la política gubernamental para el sector. Están creándose dos empresa estatales más, la PETROAMAZONAS -que va a explotar los campos de petróleo, incluyendo el área resultante de la expulsión de la empresa norteamericana OXY- y PETROPACÍFICO, que se hará responsable del refino y la comercialización de los derivados del petróleo.
En el mismo sentido, Ecuador cambió la forma subalterna y corrupta que los políticos burgueses tradicionales se relacionaban con las empresas extranjeras, lo que llevó incluso a la expulsión del país de Odebrecht, la más famosa contratista brasileña en América Latina, apoyada por el gobierno Lula a través de un banco de desarrollo estatal.
Pero la más grave transgresión a los dictados e intereses del imperialismo fue ser uno de los países fundadores de ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), conjuntamente con Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Para hacerse una idea, la adhesión al ALBA -que viene promocionando una integración soberana y antiimperialista entre los países de la región- fue el principal motivo del golpe de Estado en Honduras.
Ahora mismo el gobierno viene siendo violentamente atacado por hber convocado un plebiscito para el próximo mes de abril, una consulta popular con diez preguntas, entre ellas sobre medidas contra la corrupción, la evasión fiscal, los monopolios de medios de comunicación y de capital financiero y la lentitud y complicidad de la justicia con los intereses del capital.
Una gran polémica que se ha instalado en la sociedad ecuatoriana es si hubo o no un intento de golpe y de asesinato de Rafael Correa el 30 de septiembre del año pasado. Todo lleva a creer que, igual que si hubiera un plan preestablecido, la derecha se aprovechó de una rebelión de policías para intentar provocar un golpe de Estado y un asesinato. Por otro lado, la impresión es que la movilización de los sectores populares que apoyan el Presidente fue decisiva para frustrar el intento golpista.
Por lo que todo indica, Rafael Correa, carismático y mediático, ha sabido extraer del episodio un gran gancho político, que le aseguró el mayor índice de aceptación popular desde que asumió el cargo y, sobre todo, mejor condiciones de gobernabilidad.
De los diversos informes y opiniones a los que tuve acceso, es cierto que no fueron todos los sectores populares los que dieron su solidaridad al Presidente en aquel momento. Las razones residen en las limitaciones de un revolución nacional y democrática hegemonizada por sectores de la pequeña y mediana burguesía y no por el proletariado. Los cambios no llegan a las relaciones entre capital y trabajo lo que, comprensiblemente, decepciona segmentos populares con respecto a la “revolución ciudadana”, en la que los ciudadanos son los titulares de derechos formalizado en la Constitución, pero no sienten ningún cambio en sus condiciones de vida.
Además, el Estado no sufre cambios significativos, funcionando como aparato represor de las clases dominantes y fundamentalmente al servicio de ellas.
La mayor virtud de un proceso como este es que hace evidente la lucha de clases, contraponiendo los intereses del capital a los del proletariado, de los trabajadores y de los sectores de las capas medias. Esto no ocurre en procesos atenuados, de conciliación de clase, como en Brasil, en que los gobiernos y los partidos que se dicen de izquierda que les apoyan no movilizan a las masas y no se enfrentan ideológicamente al capitalismo, porque tienen como principal objetivo de hacer de Brasil una potencia capitalista mundial.
La mayor debilidad del proceso ecuatoriano es la falta de un instrumento político y de una organización de masas que impulse los cambios en el sentido de una revolución verdaderamente socialista, que vaya en la dirección del poder popular y de la ruptura gradual con el estado burgués.
Aquí reside el “talón de Aquiles” del proceso. El Presidente se comporta como un caudillo de izquierda, en un relación directa con las masas, subestimando la importancia de la organización y la movilización popular y la construcción de
un frente revolucionario.
La toma del poder político por parte de la mayoría del pueblo nunca fue ni será una concesión generosa de las clases dominantes. El sistema de explotación que fusiona los intereses de las llamadas burguesías nacionales con los del imperialismo no “cae de podrido” ni por el paso del tiempo. Los explotadores no entregan voluntariamente el poder a los explotados, ni aun cuando sectores representativos de estos últimos ganan una elección, en el marco de la democracia burguesa. A veces, se ven obligados, a disgusto, a entregar el gobierno a los sectores populares, pero estos sólo alcanzan el poder popular con luchas muy duras, acumulando fuerzas y golpeando el Estado burgués, usando métodos y formas de lucha de lo más diversas (institucionales e insurgentes), adaptadas a las circunstancias, teniendo especialmente en cuenta la correlación de fuerzas entre las clases en lucha.
Sea cual sea la vía de conquista del gobierno, el camino al socialismo solo puede construirse con la movilización y la acción de las masas y bajo la dirección de una vanguardia revolucionaria, no a través de un partido único, sino de un frente.
El PCE está atento a las limitaciones y los desafíos del proceso. En la última nota política del Comité Central anterior al Congreso, el Partido propuso, para la actual etapa del proceso ecuatoriano “RADICALIZAR, PROFUNDIZAR Y PINTAR DE PUEBLO EL PROCESO”, levantando varias banderas, tales como agilizar la reforma agraria, consolidar una política externa soberana, desmantelar las instituciones burguesas del aparato estatal y fortalecer la unidad de todas las fuerzas sociales y políticas revolucionarias.
En las Tesis del XV Congreso del PCE, en este particular aprobadas por el Plenario, se dice en el punto LA ESTRATEGIA DE LA REVOLUCIÓN ECUATORIANA que “la lucha del pueblo ecuatoriano es contra el imperialismo, las oligarquías y los latifundistas“.
En la cita de una parte de las tesis del Congreso, con la cual cierro esta sencilla contribución, queda claro que el PCE no se hace ilusiones con una revolución nacional libertadora en alianza con la burguesía que se dice nacional. Sitúan claramente que la contradicción fundamental de la sociedad ecuatoriana “se expresa en dos formas: la contradicción entre nuestra nación, nuestro pueblo y el imperialismo, en particular el norteamericano, y la creciente contradicción entre el capital y el trabajo, entre las fuerzas productivas que luchan por desarrollarse y las relaciones sociales de producción basadas en la explotación de los trabajadores de la ciudad y del campo“.
“La lucha entre los beneficiarios del actual orden de cosas y las masas empobrecidas del pueblo ecuatoriano nos llevan a definir como tarea histórica del momento actual un proceso de liberación social y nacional que nos lleve a través de cambios ininterrumpidos al establecimiento del régimen socialista en Ecuador, como parte integrante de la etapa histórica de transición del capitalismo al socialismo.”
Marzo de 2011
PARTIDO COMUNISTA BRASILEIRO - PCB
Fundado 25 de Março de 1922
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